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Testimonios y recuerdos |
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- Soy
Cristina,
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Margarita y yo nos conocimos hace 23 años
y durante 18 años fui su acompañante. En todos estos años
nos conocimos muy bien y mucha gente se asombraba que con
solo mirarla ya sabía lo que quería y sentía.
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Nos divertíamos y reíamos de pequeñas
cosas cotidianas, nos hicimos “compinches” y en más de una
ocasión “nos escapábamos” o “aparecíamos” de repente en un
remate ganadero en Rufino, o en un cumpleaños en Tandil,
donde nadie sabía que íbamos. Ella proponía y yo la
seguía.
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Le divertían mucho las fiestas, y gozaba
planeando que color usar, cómo peinarse, causando
sensación luego, por su exquisito buen gusto.
Disfrutaba mucho de los “té” organizados
en su casa, la cual debía estar impecable y alegre para
recibir a sus invitados. |

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Su
casa era un reflejo de su vida, alegre, luminosa y llena de
vida.
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Amaba la música y a veces cantaba con su
pequeña voz. Amaba las plantas, los animales y el campo en su
totalidad, y aunque no le gustaba en frío, éste no era un
impedimento para salir y volver empapada y muertas de risa.
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También tuvimos nuestras “pálidas”, y
respetábamos nuestros silencios.
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Margarita me ayudó espiritualmente en un
momento duro que me dio la vida, amigándome con Dios.
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Ella tenía el don se saber escuchar y
aconsejaba sabiamente. En una de nuestras innumerables charlas
hablábamos de la muerte, pero ella veía más allá y me decía:
“Cristina pensar que cuando nos encontremos en el cielo, si
Dios quiere, me va a ver caminar, correr y bailar, ¡No es
maravilloso!... Sí, Margarita, sería maravilloso pero estoy
segura que usted está corriendo saltando y bailando, su bella
sonrisa y su grandes ojos llenos de cielo.
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Hoy quiero dar gracias a Dios por haberme
permitido conocer a Margarita, admirar su coraje, aplaudir
sus valientes logros, recibir su ejemplo de entrega total a
Dios y por su infinito amor a la vida.
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Hoy siento que Margarita está con nosotros,
disfrutando del amor de todos, y teniendo la plana seguridad
que nunca la vamos a olvidar.
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Margarita tuvo experiencia de sentir vibrar su corazón con las
cosas de Dios, buscó siempre la profundidad del encuentro con
Jesús. Recuerdo verla pasar a gran velocidad por la calle
Suipacha para llegar a Misa de 20 en el Socorro y hasta
recuerdo el lugar privilegiado desde donde ella contemplaba el
gran misterio de un Dios que por amor quiso y quiere aun hoy
quedarse en el pan y en el vino. No sé imaginan el regalo
espectacular que era contemplar la paz de aquellos ojos
azules, ojos de mar, ojos de profundidad acompañados por una
sonrisa eterna. Siempre sentí que cuando ella sonreía era Dios
quien tomaba de sus expresiones para sonreírme y creo que esta
experiencia es la de muchos…
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La vida de
Margarita fue y es para mi vida vocacional un verdadero oasis
donde descansar, recuperar la esperanza, las ganas de amar y
de buscar la voluntad de Dios. Creo que
su vida y en especial sus escritos son como un eco de la
Palabra dicha por nuestro Padre Dios, eco que aún hoy sigue
resonando en el corazón de cada uno de los que la conocimos.
Eco que no nos pertenece. Callar su ejemplo de vida sería no
haber comprendido por qué vivió tantos años entre nosotros.
Hoy más que nunca, los argentinos necesitamos recobrar la
esperanza, las ganas de amar, de volver a Dios y desde allí
gritar: ¡Se puede! ¡Amo la vida!
Lisandro Boyle |
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Margarita me ayudo a acercarme mas a Dios , a aceptar y ofrecer
las cruces de mi vida. A entregarme mas a la voluntad de Dios y
a tratar de poder decir Señor, hágase tu voluntad y no la mía.
Recuerdo muy especialmente una conversación que tuve con ella,
que me hizo tanto bien, en la cual me pregunto sobre un
acontecimiento muy desagradable que me paso en la vida. Me
conmueve todavía hoy recordar con la finura y el tacto que me
hizo la pregunta, y me dijo "Si no queres no me lo contestes".
Al mismo tiempo me hizo ver como a pesar de su enfermedad esta
al tanto de todo lo que nos pasaba a todas.
Otra vez me hizo llamar por teléfono, para ver como estaba,
porque cerca de mi casa habían tomado unos rehenes y lo había
visto por televisión. Otro recuerdo es cuando SS. Juan Pablo II
vino a la Argentina en su ultimo viaje, Margarita estaba frente
a la Nunciatura, junto a los chicos de A..., el Papa llego en el
papamóvil y al verlos a los tres se bajo y fue directamente a
saludarlos, recuerdo no solo la emoción de Margarita sino la de
todos los presentes.
Anónimo. |
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