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 de 2021


   

Autobiografía

Me llamo Margarita Isabel María Lalor  Cavanagh. Nací un día muy frío, el 25 de julio de 1946, en Buenos Aires.

Mi historia es de lo más común: segunda hija de una familia de cinco hermanos, tres mujeres y dos varones, de ascendencia irlandesa y fervientes católicos. La infancia transcurrió muy feliz. Me recibí de Bachiller en el Colegio del Sagrado Corazón, y de Maestra Catequista. Dibujaba bastante bien, tenía marcada facilidad para los idiomas, trabajé y ahorré para conocer el mundo, seguí cursos de Historia del Arte, amé siempre el campo, estaba de novia con José Yanzón. Corría el año 1968  y empezaron los problemas de salud. Era desesperante: día a día iba perdiendo fuerzas: ahora la mano izquierda, el habla y un pié. Me diagnosticaron esclerosis lateral amioatrófica (ELA), una enfermedad neuromuscular crónica, progresiva y generalmente terminal. No lo podía creer.

     
   
Tenía 22 años y me pregunté: “¿Por qué a mí?” y un sacerdote muy sabio me respondió
“¿Por qué a usted no?” Sabemos que en la vida hay enfermedades, desgracias, gente a la que le toca sufrir algo invisible. Hay personas que llevan un dolor grande o sufren de soledad.
Acepté mi cruz y sólo la aceptación me trajo paz. La paz aclara la mente y uno puede luchar con más fuerza. De este modo aprendí a valorar lo bueno que tiene la vida.
Decidí no tener lástima de mí misma. Salió a relucir mi espíritu guerrero: para hacerle honor a mis ancestros pelearía hasta el final.
Coraje y adelante. Haría lo imposible por seguir viviendo. Tenía tantos motivos para y por los cuales vibrar y existir. Tantas asignaturas pendientes…
Lo mejor fue comprender cuál era mi camino.
Allí se acabaron mis luchas internas, mi rebeldía, y comencé a pensar en positivo.
Uno puede ser feliz cuando siente que está cumpliendo la  voluntad de Dios.
   

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